Emiro Cañizares es el nuevo alcalde de Ocaña, un hombre tranquilo y con experiencia en lo público. Participó en todos los debates, nunca fue el centro de los ataques, su capacidad en votos fue comúnmente subestimada. Cañizares tiene su revancha después de haber perdido años atrás con Jesús Antonio Sánchez. A su vez, Emiro Cañizares es el alcalde menos votado del país, solo llegó a concentrar el 17% de los votos. La competencia electoral fuertemente arraigada en Ocaña, esto es, la dispersión del voto, pasó factura y al final 15 de los 16 candidatos decidieron ir hasta el 29 de octubre. Me pregunto si cada noche con la cabeza sobre la almohada se sentían ganadores, creían que un artilugio milagroso los llevaría al poder, dado que muchas teorías se alzan alrededor de esto en el municipio. Lo cierto es que en política hay sorpresas, pero no milagros.
Las encuestas daban como ganador a Luis Alfonso “El Polaco” Díaz, la diferencia más corta con el segundo candidato era de 6 puntos. ¿Se equivocaron todas las encuestas? No, una encuesta no es siempre una predicción de resultados, es una fotografía del momento, y el momento marcaba que el candidato Díaz estaba por encima de los demás. Eso sí, todas las encuestas tenían un serio problema de muestra: fueron siempre urbanas. Sigiloso y siempre prudente Emiro Cañizares se ubicó en el cuarto y quinto lugar de las muestras.
El «Polaco» creyó en las predicciones. El 11 de septiembre, a 48 días de la decisión final, el candidato decidió esconderse y no participar en el primer debate (y en los siguientes). Prefirió guardar su caudal electoral. ¿El efecto? Los debates se concentraron en crear un movimiento “antipolaquista” basado en la exuberancia económica de su campaña. Todos los candidatos hicieron acusaciones contra el espigado candidato que solo renovó su color de cabello y creó cuatro o cinco tik toks defendiéndose y moviendo bodegas. Guardarse, como lo hizo Luis Alfonso, no es una mala decisión, lo malo fue que lo hizo muy temprano y esto le terminó pasando factura.
El voto de opinión se fortaleció en Ocaña, pero se mantuvo dividido (no es nuevo). Nelson Arévalo, que comenzó muy lento, fue recogiendo buena parte de la indignación de los ocañeros y si no fuera por el tiempo habría sumado mucho más que un quinto lugar. Miguel Uribe mantuvo parte de su apoyo de hace 4 años y se ubicó de cuarto. Albeiro Páez, que hizo una campaña ejemplar, sumó 2.647 votos. La clave es que este grupo de votantes se convirtieron en un castigo para la concentración de apoyos de Díaz y Cristiam Jimenez. Hizo falta moderación (todos se sentían ganadores) y capacidad de diálogo para buscar alianzas.
Lo que el «Polaco» no vio fue que su fuerza como candidato residía en una visión urbana. La otra Ocaña, la de Aguas Claras, Otaré o Quebrada La Esperanza, la que conoce bien Emiro, fue la que lo llevó al poder. 2.145 votos rurales de Emiro versus 452 del «Polaco».
El voto de castigo lo recogió Jairo Pinzón. Su poder de inversión fue muchas veces temido, pero su resultado fue tremendamente pobre. Dos candidatos de opinión lo superaron sin invertir siquiera la cuarta parte que el exgerente del hospital.
Han pasado 7 días desde la elección, las acusaciones sobre un presunto fraude electoral en Ocaña han cesado. Luis Alfonso Díaz será concejal. Emiro tiene una gran tarea: generar mayor legitimidad y crear un discurso de cohesión para comenzar mandato. Mientras tanto, la vida ocañera retornará a su normalidad con un récord: el alcalde con menos porcentaje de votos del país.