“Mami, mi casa”: la zozobra de los desplazados del Catatumbo

Según el defensor del pueblo de Ocaña, Ever Pallares, a la ciudad han llegado más de 2.000 núcleos familiares desplazados por la guerra entre dos grupos guerrilleros en la región.

Mira su celular para ver si le llegó un mensaje que le diga cómo está su mamá en el Catatumbo. Ella alcanzó a escapar con sus dos hijas, que están a su lado, esperando que la Defensoría del Pueblo tome su declaración de desplazada.

La llamaremos Ana, para proteger su identidad. Es una de las lideresas comunales que salió huyendo de su vivienda producto de las amenazas por parte del Ejército de Liberación Nacional (Eln).

Ya son cuatro días de combates entre las disidencias de las Farc y el Eln en los 11 municipios que componen esta subregión de Norte de Santander. Ana, es una de las más de 6.000 personas que llegaron a Ocaña a buscar un refugio.

“Mami, mi casa”, le dice su hija más pequeña, que le agarra el pantalón para que le preste atención. “Ella está afectada, no nos podíamos venir hasta encontrar ese peluche que está ahí”, comenta, en medio de las voces de sus paisanos catatumberos que se encuentran en un coliseo cubierto.

El peluche y unos bolsos, fueron lo único que alcanzaron a llevarse de su residencia, cuando escucharon de la oleada de guerra que venía para el territorio.

Ocaña como epicentro

Históricamente Ocaña ha sido el epicentro del desplazamiento forzado en la región. Hay barrios que fueron creados por habitantes de diferentes zonas del Catatumbo en la ciudad.

En esta ocasión, en medio de la crisis humanitaria que viven los municipios de Teorama, Convención, Hacarí y El Tarra, Ocaña se convierte en un lugar seguro para estas familias.

El coliseo cubierto Argelino Durán Quintero ha sido el espacio establecido por la Alcaldía para recibir a estas personas que huyen de las balas y las bombas de los grupos guerrilleros.

Por cierto, Argelino Durán Quintero fue un político ocañero secuestrado por el Eln y que murió en cautiverio por quebrantos de salud en las montañas del Catatumbo en 1992.

Esta guerra no es de ahora, llevan décadas viendo como familiares, vecinos y amigos mueren producto de un conflicto armado que opaca las bondades agrícolas y humanas de su tierra.

Según las autoridades, van más de 80 personas asesinadas en esta guerra que comenzó el 16 de enero de 2025 en horas de la mañana. ¿La razón? lucha por quedarse con el comercio legal e ilegal del territorio.

“No volveremos”

La desesperanza se refleja en los rostros de los desplazados. Han tenido que abandonar a sus animales, sus cultivos e incluso a familiares fallecidos, todo para huir de un combate que no les pertenece.

“Yo no voy a volver”, comenta un líder comunal, que salió con sus dos hijos. En el camino, se encontró por lo menos 16 cadáveres en la carretera, varios conocidos, que están ya en descomposición.

“Como líderes teníamos información sobre este enfrentamiento, pero creíamos que esto no se iba a presentar porque ellos (guerrillas) le iban a dar una posibilidad al pueblo”, afirma con profunda desilusión.

Según varios habitantes del Catatumbo, en el mes de diciembre de 2024, comunidades, asociaciones sociales, entidades del Estado y representantes de las guerrillas que hoy combaten, se habían reunido en El Tarra para hablar de este posible enfrentamiento.

Alerta

Los costales que días atrás llegaban con las cosechas de los campesinos, hoy están repletos de ropa, cobijas y algunos enseres que pudieron recoger en medio de los enfrentamientos.

La Defensoría del Pueblo había advertido sobre el riesgo de esta situación mediante la Alerta de Inminencia 026 de noviembre de 2024, con una serie de recomendaciones a las autoridades locales y nacionales.

Parece que nadie atendió el llamado, ni las entidades del Estado ni los grupos insurgentes a las comunidades. Oídos sordos.

Los camiones seguirán llegando, cargados de personas desplazadas, los albergues no serán suficientes y los estruendos de los fusiles seguirán apagando los sueños de toda una región.





contenido relacionado