La herencia política de Samir

Por: Nahún Sánchez Castilla

La insistencia del abogado Samir Fernando Casadiego Sanjuán para ser alcalde de su ciudad natal no es producto de un capricho egocéntrico ni la orden de un cacique político, no, simplemente es el llamado genético de su familia paterna, de la que se desprenden personajes liberales que fueron alcaldes y concejales.

La impronta del alcalde electo de los ocañeros se deriva de doña LaÍd Angarita, una patrona liberal que no alcanzó la formación académica de sus hijos y nietos, pero que nació con una capacidad de liderazgo, que le permitió ser concejala durante cuatro períodos consecutivos en la década de los setentas, del siglo XX, y redimir las necesidades de servicios básicos de los campesinos de numerosas veredas del norte de este municipio.

El altruismo y verraquera de la abuela del próximo mandatario la llevaron a ser presidenta durante varios años de las asociaciones de padres de familia de distintos colegios locales, especialmente de la antigua Normal “Francisco Fernández de Contreras”, y a asumir el mando de su familia cuando de manera prematura enviudó y debió alimentar y educar a sus 12 hijos, de los cuales la mayoría se formaron como profesionales, con muchos sacrificios.

De los herederos de doña LaÍd, dos siguieron su línea política, el sociólogo Wilson del Socorro, concejal en dos períodos, en lo que va corrido de este siglo, y el ingeniero industrial Gustavo Adolfo, que fue el último alcalde del sistema anterior, (nombrado por el gobernador Eduardo Asaaf Elcure), cargo que ejerció durante ocho meses y que en 1988 lo entregó al primer alcalde de elección popular, el abogado conservador Jesús Hernán Claro Ovallos.

Al descendiente que lo bautizaron con los nombres del gran poeta español, lo podríamos denominar el “hombre de las transiciones”, ya que antecedió al primer mandatario municipal elegido por votaciones, también, después de ser nombrado como director de la seccional de la UFPS por el entonces gobernador Antonio José Lizarazo Ocampo, encabezó la consulta interna que se hizo posteriormente en el Alma Máter por cumplir a cabalidad con la misión de salvar del hundimiento a la institución de educación superior, y de conducirla al crecimiento académico, financiero y administrativo, que hoy ostenta, tal como le había encomendado el actual magistrado de la Corte Constitucional.

El primogénito de doña Laíd, Carlos Manuel, denominado por cariño en su casa como el negro´, ya fallecido, se casó con Graciela Sanjuán, y gracias al taxi que condujo por muchos años a Cúcuta, Bucaramanga y Aguachica, logró levantar su hogar , criar y formar a sus cuatro hijos: el abogado Samir Fernando, su colega Bibiana Sarela y los ingenieros Ricardo Daniel y Juan Carlos, todos nacidos en el barrio de sus abuelos, en La Gloria, en el norte de la ciudad.

El aguerrido conductor de la empresa Cootransunidos no alcanzó a observar y disfrutar de los éxitos académicos y profesionales de sus cuatro hijos, los que forjó a base de trabajo duro y honrado, pero seguro que él y su ejemplar abuela, desde el más allá le reclamaron a Samir Fernando la paciencia y constancia que le permitieron conquistar los más de 23 mil , votos que hoy lo confirman como el próximo alcalde de los ocañeros.

La tenacidad y filantropía de doña Laid para ayudar a resolver muchos de los problemas de los campesinos de una vasta zona municipal, en materia de construcción y mantenimiento de vías terciarias, lo mismo que de electrificación rural, las transmitió genéticamente a su nieto, porque después de la injusta derrota electoral que sufrió en su primer intento por ser alcalde, siguió recorriendo y auxiliando a los campesinos de esta jurisdicción.

No obstante su experiencia como abogado y las posibles pruebas que demostrarían un supuesto fraude electoral, con estoicismo y perseverancia reconoció el triunfo de la posterior alcaldesa y se dedicó a emprender una nueva y extensa campaña, la que finalmente lo recompensó con una abrumadora victoria.

A Samir Fernando le espera un reto muy exigente y complicado, recuperar la gobernabilidad en su tierra natal y resolver muchos de los problemas que nos aquejan actualmente, principalmente la inseguridad , el desorden en la movilidad y la prestación de los servicios públicos de acueducto, alcantarillado y aseo.

Aunque es reconocida la capacidad y honestidad del alcalde electo, las que demostró con su paso por la personería de Ocaña, en esta nueva etapa de su vida profesional, los retos son mayores, y de seguro que su estirpe estará por encima de los órganos de control, porque el espíritu de su abuela Laíd, oficiará como luz de orientación y hasta para recriminar sus posibles equivocaciones.

Artículo publicado en el Diario La Opinión

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