Dulce Amanecer: el ‘pedacito’ de Ecuador en Ocaña

Ocaña está llena de historias y diversidad, entre estas encontramos a los ecuatorianos, que desde hace muchos años han impulsado el área comercial en la ciudad.

Álvaro Guillin Salazar, es un ocañero que pertenece a la comunidad indígena Quechua del vecino país de Ecuador.  

Este pueblo indígena se encuentra ubicado en una pequeña comunidad llamada Santiago de Quito, cerca de las montañas del Chimborazo. 

Volcán Chimborazo en Ecuador.

Ecuador, Colombia, Argentina, Perú, Chile y Bolivia son los principales países en donde se encuentra esta comunidad.  

Los Quechuas son descendientes de los Incas y entre sus tantas muestras de cultura e ideologías, resalta su espíritu emprendedor.  

LEER: El Frito: el joven de las bromas en las calles de Ocaña

OCAÑA

Debido a la compleja situación que atravesaba el país de Ecuador hace 60 años, varias familias de la comunidad quechua decidieron trasladarse a Colombia.  

La familia de Álvaro, llegó a Ipiales, una pequeña ciudad ubicada al oeste del país, cerca de la frontera con Ecuador.  

Ipiales, Colombia.

Más adelante se trasladaron hacia Aguachica, donde comenzaron a trabajar vendiendo ropa y otros artículos en carretas por las calles.  

Finalmente, debido a la enfermedad de un familiar, llegaron a Ocaña donde descubrieron que el clima y el comercio era mucho más favorecedor.  

LEER: ‘La vida es arte’ : Bexy Mendoza

INICIOS

En el Mercado público de Ocaña, comenzaron a vender diferentes artículos artesanales como estampas religiosas, bolsos y abrigos tejidos.  

Debido al desgaste físico por cargar la ropa en la espalda o las carretas, decidieron buscar un puesto estable en el mercado público de Ocaña.

Bodegas para el comercio en la calle del Dulce Nombre en Ocaña.

Con el tiempo se trasladaron al centro de la ciudad, buscando un lugar más rentable y estratégico para su negocio, por lo que armaron catres en la calle del Dulce Nombre.  

El alcalde de Ocaña en ese tiempo decidió para la comodidad de los ecuatorianos y de los ocañeros, ofrecerles un espacio para colocar casetas donde podían seguir con sus negocios.  

LEER: La agrupación musical cristiana del Catatumbo

DULCE NOMBRE

El sol y el agua en las calles era un problema para esta comunidad pues su mercancía podía dañarse y ellos estaban cansados de tener que mover y quitarlas todos los días.  

En el año 2003, por medio de préstamos, lograron comprar locales y establecer sus negocios de mejor manera.  

Sin importar la llegado de almacenes grandes o de cadenas, esta comunidad ha logrado mantener sus negocios con mucho esfuerzo y apoyo de los ocañeros.  

Álvaro se encuentra agradecido con Ocaña y todo lo que este territorio le ha ofrecido a su familia, pero también, tiene muy presente sus raíces ecuatorianas.  

LEER: Eliberto Solís: el ‘Negro’ más querido en las calles de Ocaña

contenido relacionado