10 balas cegaron la vida del jovencito Yerson Jair Páez Carrillo, de 14 años de edad, quien, a pesar de su prontuario delictivo, la muerte no era la solución.
Medios de comunicación de la región y decenas de Fans Page de noticias incluso nacionales, registraron el hecho ocurrido la noche del pasado miércoles 20 de mayo.
La ‘Chiva’ que hizo poner los ojos de la prensa en Ocaña fue el asesinato de Yerson Jair Páez Carrillo, un adolescente de 14 años de edad. Fue acribillado con 10 balazos.
Las redes sociales, quieren creen tener en esta época la absoluta verdad, se llenaron de cientos de comentarios sobre lo que para Ocaña fue: la muerte de su hijo.
Si, esta columna no caerá muy bien para todos aquellos que fueron víctimas de la maldad de alias ‘Jamby’, quienes ahora descansan de una ‘plaga menos’.
‘Era un ladrón’, ‘había matado a uno’, ‘robaba para consumir vicio’, fueron algunas de las frases que se leyeron en las cajas de comentarios de las redes sociales.
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¿MERECÍA MORIR?
Leer las opiniones en cada uno de los registros noticiosos fue algo aterrador. La vida de un niño fue cegada y de cierta manera alegró a la ciudadanía ocañera.
Sin censura los emojis de alegría y satisfacción mostraban minuto a minuto lo que somos: una sociedad sin afecto natural, a quien ni la muerte de un niño nos duele.
Y es que no pienso negar todo lo malo que a Yeison Jair se le conoció en vida, pero ¿se han dedicado a solo razonar el por qué a los 14 años ya se deleitaba en tantas barbaridades?
‘Jamby’ es el verdadero rostro de lo que sucede en nuestra amada Ocaña. Un ‘pegote’ que creció sin garantías de vida, en un hogar pobre, al lado de su madre, abuela y tres hermanos.
Tal era su pobreza, que su familia tuvo que pedir ayuda a los buenos corazones para poder enterrarlo. Tal vez robaba por hambre, sabrá Dios la razón.
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NECESITAMOS CALIDAD DE VIDA
Sé que podemos echarle la culpa de la desgracia de esta familia a la corrupción, a los alcaldes, al estado y quien se nos atraviese en el camino. De por si, ellos tienen su cuota de culpabilidad.
Sin embargo, lo sucedido con este muchacho debe motivarnos a ver un poco más allá, a razonar en las dificultades que viven cada una de estas familias a ayudar en la medida de lo posible.
Los vestigios del conflicto en el Catatumbo le afectan de primero a Ocaña, miles de familias desplazadas sobreviven en nuestra ciudad, pocas son la calidad de vida.
La pobreza multidimensional en Norte de Santander supera el 30 %, donde hay una cobertura en educación solo del 86 % y del 52 % en educación superior. En Ocaña la desnutrición aguda sobrepasa el 11 %.
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NOTA: Oigan periodistas, la legislación colombiana protege la identidad de los menores de edad, incluso después de su muerte. Es inaceptable que en sus medios de comunicación se publique la imagen de un niño sin importar lo que diga la ley. ¡Ojo!
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